2. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre.
3. Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 30, a. 4)
4. Eterna es su misericordia (Sal 136)
5. Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos (Sal 25,6)
6. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación.
7. La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios.
8. No podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció en su segunda encíclica “Dives in misericordia” (Rico en misericordia), que en su momento llegó sin ser esperada y tomó a muchos por sorpresa en razón del tema que afrontaba.
9. Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre.
10. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
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