INDULGENCIAS
- El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia. En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites.
- En el sacramento de la reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados tienen en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece.
- El tiempo de gracia del Jubileo de la Misericordia se caracterizará, naturalmente, por la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria a través de algunos ejercicios de piedad – culminados por la entrada por la puerta santa o puerta de la misericordia – que acompañarán la oración y las celebraciones de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía, como signos concretos del camino de conversión e “inmersión” en la misericordia del Padre.
- Para recibir las gracias jubilares y la correspondiente indulgencia plenaria son necesarios los siguientes requisitos: arrepentimiento de los pecados y deseo de conversión; peregrinación a un templo jubilar; orar por las intenciones del Papa y por los frutos del Año de la Misericordia (Padre Nuestro, Credo y Salve); y recepción del sacramento de la confesión y de la comunión sacramental. Es también recomendable una obra de caridad
o de misericordia
- Una vez atravesada la puerta santa o puerta de la misericordia, o que se verifique una de las otras circunstancias en las que el Papa Francisco ha concedido que se pueda obtener la indulgencia (por ejemplo, para los enfermos, los encarcelados y para cualquier persona que realiza en primera persona una obra de misericordia), además de las condiciones habituales que piden un corazón bien dispuesto para que la gracia pueda obtener los frutos esperados, los fieles deberán dedicarse un momento a la oración para cumplir con los últimos requisitos: la profesión de fe y la oración por el Papa y por sus intenciones. Esta última podrá ser al menos un Padre Nuestro – la oración que Jesús mismo nos enseñó para dirigirnos al Padre como hijos – pero posiblemente aún más. En particular, teniendo en cuenta el espíritu propio de este Año Santo, se sugiere recitar la hermosa oración del Papa Francisco para el Jubileo, y de concluir el momento de oración con una invocación al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, “Jesús misericordioso, en vos confío”).
- Quienes por diversos motivos se verán imposibilitados de llegar a la Puerta Santa, en primer lugar los enfermos y las personas ancianas y solas, a menudo en condiciones de no poder salir de casa. Para ellos será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al señor que en el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad. Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la Santa Misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar.
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